O DE COMO EL REGALÓN DE TODOS SE TRASFORMÓ EN EL ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO 107
A los 24 años, Chino creía que todo había salido según sus cálculos. "Le caigo bien a todos", se repetía a sí mismo, satisfecho, mientras observaba su contundente lista de messenger, haciendo correr de arriba a abajo y viceversa, una y otra vez, la barra de desplazamiento. A esas alturas ya ni siquiera se molestaba en responder las acusaciones de "amarillo" o los rótulos de "PPD" que le colgaban algunos que lo conocían mejor. A veces sentía voces en un cabeza que le gritaban algo así como "mójate el potito", pero ya había aprendido a ignorarlas. Bajó de peso lo justo para parecer un "gordito simpático" y no un "gordo repulsivo". No era muy admirado, pero creía que eso lo solucionaría en la medida que lograra integrar mejor en sus conversaciones la Palm que se había comprado, y los accesorios que podía añadirle con el tiempo.
Pero depronto algo comenzó a emerger desde las tinieblas. Voces de odio contra Chino comenzaron poco a poco a hacerse escuchar. Algunas personas que habían aparentado estimarlo empezaron a mirarlo con otros ojos, con ojos más críticos, más racionales. El disfraz de Chino estaba a punto de caer, dejando al descubierto la mala leche que se ocultaba en el fondo del corazón del autoproclamado "regalón de todos".
Todo comenzó una noche de agosto, pero podría haber pasado en cualquier otro momento: en una tarde de noviembre, o en una mañana de marzo. Era inevitable. En privado, una mujer le preguntó a Chino qué opinaba sobre ella. Chino respondió haciendo gala de su famoso sentido común. La respuesta parecía ser satisfactoria. Chino no escatimó tópicos para congraciarse con ella. En su mutuo propio, creía que tenía posibilidades de conquistarla. Yeah, right.
- Creo que eres una mujer muy inteligente, encantadora, ingeniosa, chistosa, simpática y sobre todo muy segura de tí misma. Siempre he admirado eso. Me gustas cuando callas, porque estás como ausente. Tus ojos son como dos luceros. Además, se nota que eres muy fuerte, una mujer muy fuerte. Muy fuerte. Estoy de acuerdo con todo lo que dices, con todo. Nunca había encontrado a nadie que pensara de una manera tan singular respecto a ese tema y con la que a la vez yo estuviera tan de acuerdo. Me carga la gente que no tiene opinión. Como ese de ahí, ¿ves a ese de ahí, el de lentes? Sí, vino conmigo, pero no somos tan amigos... es que no tiene opinión, yo tengo que decirle todo lo que tiene que hacer... Además tienes buen gusto, esa cartera te quede increíble. Súper lindas tus botas. No, no tienes cara de tonta. Todo lo contrario. Te ves hermosa, y sin embargo te respeto. Creo que hacemos un buen equipo. Tenemos como una conexión especial.
Pero ese día Chino andaba falto de chispa. Habían pasado casi dos meses y ninguna mujer caía en sus tretas. Estaba un poco desesperado: su ducha estaba tapada por un conglomerado que no estaba constituído por pelos, si no por enormes cantidades de una sustancia viscosa que el plomero no supo (o no quiso) identificar. Por eso, cuando luego de dos horas de lo que él creía que era un flirteo con posibilidades, ella comenzó a hablar de lo maravilloso que era su novio, Chino perdió el control.
- Sí, suena como un tipo realmente maravilloso. Pero más maravillosas son tus tetitas.
Probablemente, si aquella no hubiera sido la primera vez que esa chica veía a Chino, el exabrupto hubiera pasado colado entre el sinnúmero de referencias sexuales explícitas que Chino solía hacer cuando hablaba (dentro de las cuales ésta habría sido considerada una delicadeza). Pero tuvo mala suerte. Por algún motivo esta mujer consideró que había sido un exceso inadmisible. Un abuso ignominioso. Una falta de respeto hacia su género. Esa noche, Chino pensó que solamente había perdido la oportunidad de tener contacto sexual con esa mujer. Lo lamentó, pero ya se iba acostumbrando. Sin embargo, las cosas no acabaron ahí. Al parecer, esa chica tenía ciertas influencias dentro de ciertos círculos. La mala fama de Chino comenzó a crecer como una bola de nieve, imparable. En algún momento tenía que pasar, pero Chino no lo vio venir.
Pero depronto algo comenzó a emerger desde las tinieblas. Voces de odio contra Chino comenzaron poco a poco a hacerse escuchar. Algunas personas que habían aparentado estimarlo empezaron a mirarlo con otros ojos, con ojos más críticos, más racionales. El disfraz de Chino estaba a punto de caer, dejando al descubierto la mala leche que se ocultaba en el fondo del corazón del autoproclamado "regalón de todos".
Todo comenzó una noche de agosto, pero podría haber pasado en cualquier otro momento: en una tarde de noviembre, o en una mañana de marzo. Era inevitable. En privado, una mujer le preguntó a Chino qué opinaba sobre ella. Chino respondió haciendo gala de su famoso sentido común. La respuesta parecía ser satisfactoria. Chino no escatimó tópicos para congraciarse con ella. En su mutuo propio, creía que tenía posibilidades de conquistarla. Yeah, right.
- Creo que eres una mujer muy inteligente, encantadora, ingeniosa, chistosa, simpática y sobre todo muy segura de tí misma. Siempre he admirado eso. Me gustas cuando callas, porque estás como ausente. Tus ojos son como dos luceros. Además, se nota que eres muy fuerte, una mujer muy fuerte. Muy fuerte. Estoy de acuerdo con todo lo que dices, con todo. Nunca había encontrado a nadie que pensara de una manera tan singular respecto a ese tema y con la que a la vez yo estuviera tan de acuerdo. Me carga la gente que no tiene opinión. Como ese de ahí, ¿ves a ese de ahí, el de lentes? Sí, vino conmigo, pero no somos tan amigos... es que no tiene opinión, yo tengo que decirle todo lo que tiene que hacer... Además tienes buen gusto, esa cartera te quede increíble. Súper lindas tus botas. No, no tienes cara de tonta. Todo lo contrario. Te ves hermosa, y sin embargo te respeto. Creo que hacemos un buen equipo. Tenemos como una conexión especial.
Pero ese día Chino andaba falto de chispa. Habían pasado casi dos meses y ninguna mujer caía en sus tretas. Estaba un poco desesperado: su ducha estaba tapada por un conglomerado que no estaba constituído por pelos, si no por enormes cantidades de una sustancia viscosa que el plomero no supo (o no quiso) identificar. Por eso, cuando luego de dos horas de lo que él creía que era un flirteo con posibilidades, ella comenzó a hablar de lo maravilloso que era su novio, Chino perdió el control.
- Sí, suena como un tipo realmente maravilloso. Pero más maravillosas son tus tetitas.
Probablemente, si aquella no hubiera sido la primera vez que esa chica veía a Chino, el exabrupto hubiera pasado colado entre el sinnúmero de referencias sexuales explícitas que Chino solía hacer cuando hablaba (dentro de las cuales ésta habría sido considerada una delicadeza). Pero tuvo mala suerte. Por algún motivo esta mujer consideró que había sido un exceso inadmisible. Un abuso ignominioso. Una falta de respeto hacia su género. Esa noche, Chino pensó que solamente había perdido la oportunidad de tener contacto sexual con esa mujer. Lo lamentó, pero ya se iba acostumbrando. Sin embargo, las cosas no acabaron ahí. Al parecer, esa chica tenía ciertas influencias dentro de ciertos círculos. La mala fama de Chino comenzó a crecer como una bola de nieve, imparable. En algún momento tenía que pasar, pero Chino no lo vio venir.
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